La conocida como Casa de los Bosque o Casa Bosque es una magnífica construcción recogida y protegida por el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico del Plan General de Urbanismo de la localidad. El Registro Catastral de Caspe data la Casa en el siglo XIX. Sin embargo, su origen es anterior, si hacemos caso a las cimentaciones de las bodegas y a la fecha de 1770 que aparece grabada sobre el arco de la fachada.
La Casa Bosque refleja sustancialmente la forma de vida de las clases propietarias de tierras, talleres, fábricas o negocios de otra índole en el mundo rural español anterior a los años 50-60 del pasado siglo. De hecho, durante este tiempo perteneció a los Bosque, una familia de terratenientes muy vinculada a la administración de justicia y la política. Es por tanto una Casa de estilo señorial, y un gran ejemplo de la arquitectura popular de los siglos XIX y XX que utiliza técnicas y materiales tradicionales como la piedra caliza y arenisca, la madera, el adobe y la teja árabe, la sillería o el tapial.
La estructura de la Casa es heredera de la tradición de las casas solariegas aragonesas.
El edificio consta de planta sótano, baja y dos plantas más. La superficie total de la parcela es de 503 metros cuadrados, y la superficie construida de 1.068.
El alzado comparte muchos rasgos con otras viviendas similares del Valle del Ebro. Así, como en estas, su distribución se organiza a partir del patio de entrada que da paso a las bodegas y estancias de los jornaleros, y a una escalera central en la que destaca su barandilla de madera y hierro forjado. Esta escalera, de escalones de baldosas rojas y amarillas muy corrientes en el resto de la Casa, permite ascender hasta la planta principal o noble, que es la que contiene los aposentos de uso privado para los propietarios (salones, alcobas, despachos, cocinas…). Por último, sobre este piso nos encontraríamos con el solanar, convenientemente ventilado por tres huecos abiertos en la fachada principal, además de otras habitaciones y trasteros.
No es difícil imaginar la vida y el trasiego que la Casa albergó en el pasado.
La cantidad de negocios, charlas o discusiones de las que fue testigo, el trabajo de los jornaleros de las fincas y del resto de empleados de los Bosque… El lujo y ostentación del que hacen gala algunas de las salas de la primera planta, con sus adornos de yeso, trabajadas puertas de madera y suelos embaldosados, reflejan perfectamente el estatus económico y social alcanzado por sus propietarios.
Cuando observamos por ejemplo el salón cuyo balcón se asoma al patio trasero, con sus molduras de yeso, el papel pintado de sus paredes, y el uso del estuco veneciano en el techo, parece que el tiempo se hubiera detenido ante nuestros ojos, y nos encontremos en un instante de la vida cotidiana de esta burguesía rural que encarnaban los Bosque.
La misma búsqueda de magnificencia de estas salas se aprecia en la fachada de la Casa, que constituye además una pieza importante del urbanismo del centro de la población. De paramentos enlucidos y pintados, rápidamente salta a la vista su puerta central de arco de medio punto, que además de tener un escudo de armas en la clave, está acompañada por dos vanos enrejados a los lados. Ya en el piso noble, vemos tres balcones de losas de piedra y rejería característica de finales del siglo XIX, cuyos marcos aparecen resaltados y decorados, al igual que lo están los tres huecos oblongos del piso superior. Como punto culminante de la ornamentación de fachada, finalmente, habría que nombrar el alero. Su construcción geométrica de sucesivos picos y listeles de ladrillo es bastante corriente en otros edificios del entorno de Caspe construidos entre los siglos XVIII y XIX.
Actualmente, la parte de la Casa Bosque más conocida entre la población es su patio trasero, espacio que se abre durante las fiestas del Compromiso.
Esta es un área destinada a las labores agrícolas, aunque no sería extraño pensar que sus propietarios se sirvieran de ella también para otro tipo de actividades más ociosas. Por lo demás, se puede dividir este patio en cuatro zonas. En primer lugar, y entrando desde la calle Morera, aparece la fachada trasera del inmueble, en la que se aprecia una gran portada de piedra por la que pasarían los carros, carretas, animales de tiro o ganado que entraban y salían de la Casa. La sencillez de esta fachada nos habla básicamente de su funcionalidad.
Pasada la puerta, y a mano izquierda, se levanta un pajar o granero de ladrillo rematado con un alero de cañizos, en el que destacan su gran arcada y la escalera que asciende hacia la puerta del pajar, ambas de piedra. A continuación, al fondo del patio, se halla la fachada interior del núcleo residencial, que además de estar construida con tapial, posee el mismo estilo de alero de picos y listones de la fachada principal.
En esta fachada, además del balcón y la puerta de paso hacia la galería contigua de la primera planta, se abren dos arcos corridos en la planta baja. Uno de ellos es el que comunica la zona residencial con este patio; el otro se encuentra cerrado, y tiene adosada una escalera de losas de piedra que asciende hacia la galería de la parte derecha.
Esta galería es una de las piezas más interesantes de la Casa Bosque. Además de servir de extensión al edificio principal, aporta también una estética particular a todo el conjunto del patio. Es posible que ello se deba a que sus dos alturas revisten distintas características formales y funcionales. El porche inferior por ejemplo, el que se comunica con el pasillo donde están las bodegas, alberga una serie de cuadras y almacenes de útiles y productos agrícolas, y está todo construido en piedra. En él llaman la atención sobre todo los magníficos pilares de sillería que soportan la galería superior. Esta galería, por su parte, es una continuidad de la planta noble, y tiene en consecuencia una ornamentación más profusa. Por ejemplo, además de los paramentos enyesados, podemos distinguir fácilmente en ella los pilares octogonales de ladrillo rojo, las vigas de madera noble que configuran la techumbre, y la larga balaustrada de madera moldeada que cierra todo el conjunto.
Lamentablemente, la Casa Bosque ha permanecido en el olvido durante décadas, y ha llegado hasta nosotros en un estado prácticamente de ruina.
Sin embargo, gracias a ello hoy podemos conocer de primera mano cómo eran este tipo de viviendas, y el estilo de vida de los grandes propietarios rurales de los siglos XIX y XX. Se nos presenta así una gran oportunidad no solo para estudiar y recuperar el edificio, sino también para acercarlo hasta el presente y dotar de un nuevo sentido a sus estancias, de modo que pueda ser útil para el desarrollo de la sociedad, economía y cultura de nuestro territorio. Este es el gran objetivo de esta asociación.